Vecinos de Ciudad de México han salido a las calles para manifestar su rechazo a la gentrificación, un proceso que está desplazando a residentes de larga data en barrios céntricos como la Condesa y la Roma debido al aumento de rentas y precios. Las protestas se han expresado con consignas contra la llegada masiva de extranjeros, principalmente estadounidenses acomodados, quienes han transformado la vida cotidiana y el ambiente de estas zonas.
Manifestantes denuncian que la llegada de trabajadores remotos ha elevado los costos de vivienda y servicios, sustituyendo comercios tradicionales por negocios de lujo y aumentando la presencia de alquileres temporales tipo Airbnb. También se expresan preocupaciones sobre la desigualdad económica y la falta de regulación para frenar la especulación inmobiliaria.
Aunque algunos residentes critican el tono xenófobo de ciertas protestas, y señalan que el problema radica en promotores inmobiliarios y autoridades que no regulan el mercado, las autoridades han reconocido la tensión creciente. La presidenta Claudia Sheinbaum condenó los actos violentos y saqueos recientes, pero admitió que la gentrificación es una problemática real que impacta a miles de familias que son desplazadas.
Estudios revelan que desde 2000 el precio de la vivienda en Ciudad de México se ha cuadruplicado mientras los ingresos disminuyen, causando el desplazamiento anual de más de 23,000 familias de bajos recursos. El gobierno ha intentado implementar medidas para mitigar el problema, como regulación a plataformas digitales de renta temporal y apoyo a viviendas asequibles, aunque algunos critican que no son suficientes.
Las protestas surgen en un contexto de creciente malestar por la transformación acelerada de barrios históricos, que para muchos amenaza la identidad y el acceso justo a la vivienda en la capital.