Hijos sobreprotegidos, hijos inmovilizados

La sobreprotección infantil tiene efectos negativos, entre ellos falta de autonomía y afectación a la autoestima de los menores, además de miedo excesivo, necesidad de aprobación, baja motivación, falta de empatía, conductas antisociales, egocentrismo y altos niveles de estrés e intolerancia a la frustración.

Para prevenir el exceso de cuidados es importante no concentrarnos en nuestra ansiedad, malestar o miedo, sino observar con atención a los hijos para determinar qué característica tiene y cuáles son sus necesidades. Por ejemplo, si es retraído y tiende a aislarse, evidentemente requiere de apoyo con más esmero que hijo extrovertido.

El miedo en ellos no terminará si los aíslo “en cápsula de cristal”; por el contrario, se hará todavía más fuerte porque los veo más debilitados o vulnerables conforme van creciendo, sin las destrezas de aquellos pequeños que sí exploran. Como padres o cuidadores es indispensable aprender a regular mis emociones, comunicar, hablar y escuchar

La literatura de la disciplina psicológica advierte que altos niveles de estrés en los padres de familia generan maltrato porque hay demasiada intolerancia, pero también sobreprotección, debido a que en ocasiones tienen tanto miedo de lo que ocurre a su alrededor al identificar gran cantidad de amenazas, que hay un control exagerado en los menores, limitando sus acciones de exploración del mundo.

A quienes reproducen una preocupación excesiva se les denomina hiperpadres o padres helicóptero, es decir, “sobrevuelan” constantemente sobre las decisiones y actitudes de los hijos, lo que está vinculado al estrés y a una crianza enfocada al dominio y a la protección excesiva, situación que limita la capacidad creativa y la libertad que deben tener los infantes para desplegar las habilidades que posteriormente necesitarán.

Los hiperpadres tratan de evitarles un sentimiento de frustración para impedir su malestar; les proporcionan todas las cosas materiales que desean, consintiendolos e intentando sentirse queridos por ellos a partir de estas acciones. Además, confunden el exceso de cariño, cuidado y la ausencia de límites con la felicidad del menor, o bien, solucionan por ellos sus retos, siguen haciéndoles todo, a pesar de que están perfectamente habilitados para actuar por sí mismos, y responden de inmediato a exigencias (niño emperador).

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