Los arrecifes artificiales podrían ser una alternativa como hábitat y espacio de refugio y alimento de cientos de especies marinas, esto, ante el gran estrés y deterioro que sufren los arrecifes de coral en la actualidad, ocasionado por el incremento de la temperatura y el nivel medio del mar, el aumento de la contaminación del agua por actividades turísticas o por los efectos por el cambio de uso de suelo de la zona costera, el crecimiento de la mancha urbana, presencia de especies invasoras, y por el impacto de enfermedades en los corales tales como el síndrome blanco y el blanqueamiento de coral.
José Adán Caballero Vázquez y Jorge Carlos Peniche Pérez, investigador y técnico de la Unidad de Ciencias del Agua del CICY, respectivamente, explicaron que recientemente se obtuvo información valiosa respecto al papel ecológico que tienen los arrecifes artificiales, esto a través de la tesis de maestría «Evaluación de la ictiofauna asociada a arrecifes artificiales en el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc, Quintana Roo», por Jazmín González Reyes.
En el estudio se analizó la diversidad de peces asociada a cuatro tipos de arrecifes artificiales instalados en el sitio de estudio, específicamente, los arrecifes «Reef Ball», «Sitio de vivero de arrecifes», «Las esculturas del Museo Subacuático (MUSA)» y «Los barcos hundidos». Igualmente, se estudió la eficiencia de estas estructuras como arrecifes artificiales desde el punto de vista ecológico, comparando entre los cuatro tipos de arrecifes, cuáles presentan mayor complejidad y oquedades, lo que permite mayor disponibilidad de espacio susceptible de ser ocupado por los peces arrecifales y comparar con la biodiversidad asociada de un arrecife natural adyacente.
Al concluir la investigación, se registraron más de 6 mil organismos en 98 especies de peces en los arrecifes artificiales, un número bastante bueno, considerando que en la región se tiene un registro de poco más de 200 especies de las 574 presentes registradas para el Caribe mexicano, incluyendo especies crípticas y sedentarias.
Detalló que las familias de peces mejor representadas durante el estudio fueron: los Lábridos (doncellas o señoritas), de importancia para el ecosistema; los Hemúlidos, también conocidos como roncos o burros, que tienen importancia comercial: los Pomacéntridos o damiselas, peces territoriales; y los pargos (familia Lutjanidae), especies también de importancia comercial.
En este sentido, Caballero Vázquez explicó que, derivado de los resultados del trabajo, los arrecifes artificiales cumplen un papel importante como hábitat, determinando que las especies usan los arrecifes artificiales como zona de protección, por lo que son una alternativa viable para aminorar los impactos que la actividad turística, el buceo y las personas bañistas en general tienen sobre estos ecosistemas naturales.
Mayor uso de los arrecifes artificiales permitiría proteger los arrecifes naturales, considerando que los arrecifes de coral, apenas representan el 1 por ciento del total del océano, son el hogar de una cuarta parte de toda la fauna marina del mundo.
Estos modelos de arrecifes artificiales podrían ser viables y replicarse en otras áreas como el Golfo de México, por ejemplo, pero siempre apegados a la legislación y normatividad vigente a fin de no alterar los ambientes marinos.
Estos arrecifes artificiales ayudan a establecer nuevos hábitats y, eventualmente, se convertirán en arrecifes vivos, pero es indispensable que para su instalación se deban realizar estudios de impacto ambiental en la zona y cumplir con la normatividad para evitar daños al sitio.